En el último análisis de Gartner (2009) la mejora de procesos ha sido identificada como la prioridad número uno para las empresas que buscan mejorar su competitividad. Y por supuesto, es una de las claves para liderar un mercado pero que resulta mucho más importante cuando la crisis nos obliga a buscar la máxima eficiencia de nuestros recursos (menos costes, más ventas).
Afecta directamente a la calidad de servicio al cliente, pero al mismo tiempo a la capacidad de coordinación de todas las actividades internas de la empresa. Pero hasta hace poco tiempo, la importante tarea de diseñar los procesos y también la de efectuar constantes revisiones para su mejora, fue responsabilidad de los departamentos de “organización y procesos”, que los inventariaban, medían y proponían mejoras, en la mayor parte de casos con herramientas de apoyo restringidas a diagramación y documentación de los mismos.
Pero los nuevos sistemas BPM (Business Processs Management) nos aportan posibilidades increíbles de mejora, nunca antes alcanzables, incrementando su funcionalidad desde las herramientas de diseño y mantenimiento, hasta la misma automatización y gestión integral de los procesos.
Ahora es posible, casi en el tiempo de diseño, crear simulaciones del proceso e incluso ponerlo a funcionar en tiempo real, sin intervención o con mínimo apoyo de las áreas de tecnología, es decir, desde los propios usuarios y responsables del proceso. Estas nuevas capacidades pueden aportar mejoras de rendimiento y con ello, ventajas competitivas importantes, para aquellas empresas capaces de implantar los nuevos sistemas de forma apropiada.
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