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Hay bastantes definiciones para aproximar el concepto de valor desde el punto de vista del consumidor, probablemente la más fría y científica sería aquella relacionada con las variables de precio pagado respecto al valor percibido, aunque ya en este último elemento intervienen otras sub-variables relacionadas con aspectos subjetivos como imagen, gama, marca, en algunos casos dependientes del propio consumidor y otros relacionados con la competencia, incluido los productos o servicios sustitutivos. La relación precio con valor percibido da lugar a sensaciones de oportunidad, racionalidad de la compra o bien “mala compra”, respecto a las expectativas del cliente.
Pero el manejo de la descripción anterior, basada en precio, frente a expectativas y percepciones más complejas , no logrará convertir a los clientes en defensores y promotores de nuestra marca, tampoco nos garantizará la tan buscada fidelidad de nuestros clientes. Para lograr la misma deberemos tocar un poco más el corazón de las personas o responsables de empresas que forman parte de nuestro público objetivo.
Haciendo un análisis de aquellos aspectos que más pueden apoyar ese VALOR e intentando simplificar hacia los más importantes, más allá de los intrínsecos que debe derivarse del producto o servicios respecto al precio, y que redundarán, de tener éxito, en la mejora de esa “fidelidad de actitud”, además del de repetición de compra. Entre ellos podemos encontrarnos unos pocos, pero poderosos, elementos que deben formar parte de nuestra personalidad frente al cliente: leer resto de artículo pulsando aquí.
Tras la tímida, pero valiente aparición de la reacción ciudadana, exigiendo VALORES reales a estos políticos que tristemente gestionan el destino de nuestro país, me he querido unir con mis humildes reflexiones a este momento importante, todavía de resultado incierto a estas horas.
Me consideró uno de los muchos desilusionados por la clase política, de los políticos como fin y no como medio para gestionar un país, de aquellos que viven para beneficiarse de los derechos que les da tener un escaño o una posición específica, pero no responden a las responsabilidades relacionadas con el mismo. No se trata de poner a todos ellos, los políticos, en el mismo saco, porque sería injusto, aunque ganas me da cuando observo que dentro de un mismo partido se consienten desmanes, delincuentes o simplemente incompetentes, solo con el único fin de conservar votos o como pago de favores, una triste realidad que empaña las buenas labores de los honestos que pudieran existir en ese grupo.


