Si te cuesta pronunciarlo, te va a costar más olvidarlo. Casi en la frontera con Nicaragua, a cerca de 4 horas y media (máximo) de San José (costa Rica), descubrí, gracias a una amiga, este lugar maravilloso. Santa Elena, un pueblo de pescadores, casi desapercibido y poco conocido por el resto del país, con un entorno muy tranquila, que se convirtió en paraíso especial por unos días. Playas solitarias en su bahía de Junquillal, repletas de vida salvaje, donde los pájaros e iguanas formarán parte de tus invitados durante el almuerzo, eso si no te despistaste y ya se lo comieron mientras te bañabas en el golfo, con aguas cristalinas, oleaje suave y  a temperatura ideal, lo que hace difícil salir de ellas. Hasta es posible, como me sucedió a mi, que te encuentras a solas antes esa gran playa, solo para ti.

Puedes acampar o bien quedarte en el Santa Elena Lodge (70$ desayuno incluido. Pregunta por Manuel al teléfono 8382-3020), comer una buena mariscada por 20 $ en cualquiera de sus pequeños y familiares resaturantes, o si eres de aventuritas y buceo, ir a fondos cercanos donde abunda todavía el coral negro y una extraordinaria fauna (de la mano de Minor (tel. 89139101, para buceo) y su hermano Keilor (tel 88887023, más para pesca ), quizás acercarte a las Islas Murciélago y codearte con tiburones y rayas, a tan solo  una hora y media de navegación. O simplemente compartir unas horas de buena pesca con los expertos locales.

Y, si como yo, eres amante de las puestas de sol inolvidables, en ese lugar te quedarás prendado del espectáculo.

Si alguna vez quieres perderte, disfrutar del océano y la tranquilidad, es una buena opción a tener en cuenta. Gracias Mónica por la sugerencia.